Saludo con reconocimiento y respeto
a los integrantes de este Consejo Nacional que han depositado
en nosotros su confianza.
Saludo a los distinguidos militantes
que en sus respectivos estados encabezan la realización
del proyecto político de nuestro partido: los saludo con
afecto señores gobernadores.
Saludo con respeto y solidaridad
partidaria a la dirigencia de ayer y de hoy - militantes de siempre
- que hoy con su presencia dan singular realce a esta reunión
extraordinaria del Consejo Nacional de nuestro partido.
Compañeros priístas:
Hace unos momentos, cuando ante
ustedes rendí protesta, he vivido a plenitud mi libertad,
porque no conozco ejercicio mayor de la libertad que la voluntaria
asunción de un compromiso; y ante ustedes, hace apenas
unos minutos, he contraído el compromiso más importante
de mi vida.
Acepto con seriedad y con responsabilidad
mi encargo. Procuraré cumplirlo al máximo de mis
fuerzas, con la ayuda de ustedes y con mi pasión por mi
partido.
Jorge de la Vega, como Presidente,
y Manuel Camacho Solis, como Secretario General, dejan una huella
en nuestra Institución Política. Sus esfuerzos se
sumaron, en situaciones por demás difíciles, a los
que en su momento realizaron ex presidentes que hoy nos honran
con su presencia.
He de dar continuidad a la ruta
que ellos trazaron. Para ello, cuento con la colaboración
de uno de los priístas más probados dentro del partido,
el licenciado Rafael Rodríguez Barrera, quien como alto
funcionario de la federación, legislador y gobernador de
su estado, siempre ha sabido identificar su acción con
la ideología partidaria.
Hoy el priísmo nacional tiene
claros objetivos. Hemos de tener la visión, el talento
y el coraje, para convertir en hechos los tres grandes acuerdos
nacionales propuestos por el Presidente Carlos Salinas de Gortari.
El Acuerdo Nacional para ampliar
nuestra vida democrática recupera las nuevas exigencias
de los partidos y de las organizaciones sociales, de los ciudadanos
y de la comunidad entera. Vivimos un momento esencialmente político.
Avanzamos hacia un nuevo equilibrio en la vida política
nacional.
Esas realidades encontrarán
respuesta en el fortalecimiento de la vida democrática
en el partido. Han cambiado los tiempos y las formas del quehacer
político, y esto, ha sucedido mediante el voto.
Al manifestarse democráticamente
mediante el sufragio, la sociedad mexicana expresó políticamente
su pluralidad. Nos alcanzaron los tiempos de la modernidad política.
La legitimidad de los gobiernos se obtiene ahora, a través
de la competencia entre partidos por el poder y el voto ciudadano.
La competencia política convierte
a los partidos en los grandes mediadores entre sociedad y estado.
En sus convergencias y acuerdos, pero sobre todo por sus discrepancias,
ellos generan la legitimidad democrática que requiere un
gobierno.
Por eso, el PRI no teme a la democracia.
Siempre la ha impulsado, y lo hará decididamente en estos
momentos, cruciales para México. Si nuestro partido fortalece
su democracia, se democratiza México.
Estará abierto a todas las
tendencias y a la discusión. Hay que abrir las puertas,
discutir en voz alta, dialogar permanentemente entre nosotros.
No vamos por ello a romper la unidad sino a fortalecerla. Vamos
a buscar una unidad fundada en consensos reales. Es tiempo de
la política. La unidad nacional será uno de sus
frutos.
El PRI da la bienvenida a la competencia
política. La asumimos plenamente. No nos asombra la existencia
de proyectos divergentes del que nosotros postulamos. Convocamos
al debate. Es una exigencia de la democracia y de la pluralidad.
Respetaremos a nuestros contendientes. También, nos haremos
respetar.
El PRI enfrentará sin temor
los retos de la competencia y de la pluralidad. Como partido mayoritario
asumimos nuestra responsabilidad en la transformación de
México. Daremos sentido a la lucha por el poder y fortaleceremos
la democracia electoral. Nuestro partido se pondrá a la
vanguardia de la práctica política que reclaman
los tiempos actuales.
Así, contribuiremos a la
construcción de un orden en el cual la disidencia no se
convierta en fractura social y los consensos plurales fortalezcan
la unidad de la nación.
El apoyo que brindaremos al Acuerdo
Nacional para la recuperación económica y la estabilidad,
lo entendemos como nuestra decisión inquebrantable de luchar
al lado de los obreros, campesinos y clases plurales, por la satisfacción
de sus justas demandas.
El PRI reconoce que sólo
puede continuar obteniendo triunfos políticos en la medida
en que evite las derrotas de la economía popular.
En los hechos vamos a estar con
las causas obreras; vamos a estar al lado de los campesinos en
sus justos reclamos; vamos a estar con las clases medias populares
a la hora de exigir justicia.
La deuda externa representa lastre
y atadura para el desarrollo y superación que nuestro pueblo
merece. Al convertir el Presidente Salinas de Gortari en decisión
de Estado, el reclamo popular de someter al interés nacional
su pago y su servicio, seguramente habrá de enfrentar -
afuera y adentro - presiones y embates. Seguramente también
habrá de vencerlos. Pueblo y Partido estaremos a su lado.
Nuestro Partido nació de
un proyecto de solidaridad. Encuentra en el tercer Acuerdo Nacional,
la ocasión para reafirmar su vocación de justicia
y transformación social.
Celebramos el inicio, el día
de ayer, del Programa Nacional de Solidaridad. Nuestros campesinos
y ciudadanos más pobres, nuestros indígenas, reclaman
justicia inmediata. En el campo y en la ciudad, cada familia será
juez del cumplimiento de este compromiso.
En los Estados de la República
y aquí en la Capital, el Partido redoblará su empeño
porque se amplíen los diferentes servicios básicos.
Es un compromiso de justicia social elemental, pues las carencias
de agua, drenaje, vivienda, transporte, pero sobre todo de seguridad
ciudadana afectan más a los que menos tienen, a los mexicanos
más pobres y más desprotegidos. El Partido estará
al lado de los reclamos de más y mejores servicios y en
la exigencia de mayor seguridad en la vida diaria.
El PRI es el partido histórico
de la Revolución Mexicana. Y todavía hay quienes
se preguntan en qué y en dónde reside su fuerza.
Ellos parecen ignorar que nuestra organización ha sido
la única capaz de concertar durante años a las clases
fundamentales de la nación.
También quieren soslayar
que con este partido a la vanguardia, México ha conseguido
para las actuales generaciones, civilismo, relevos democráticos,
estabilidad política, paz social y un ámbito de
libertades que a todos nos acoge.
Nuestro partido es también
la fuerza histórica de la sociedad mexicana porque tiene
principios, programas y una estructura que le ha dado consistencia
para emprender las mejores causas del pueblo.
Los sectores de nuestro partido
han sido sustento básico de la fortaleza del PRI, en ellos
ha edificado la concentración de los obreros, de los campesinos
y de las clases populares. Ellos mismos han sido los protagonistas
de las conquistas sociales políticas y económicas,
cuando tuvieron que defenderse la soberanía y los recursos
fundamentales de la nación para hacer válida la
esencia constitucional de la República.
Fueron trabajadores textiles, mineros,
petroleros, electricistas, maestros, ferrocarrileros, trabajadores
del campo y de la ciudad, los que hicieron posible la cohesión
y la concertación de nuestro partido y la sociedad. La
visión, el coraje y el talento que estos hombres y mujeres
tuvieron es lo que hoy el partido requiere.
Es por ello, que no aceptamos la
pretensión de descalificar lo que ha sido origen, fuerza
y futuro del Partido Revolucionario Institucional.
Mención especial representan
las mujeres y los jóvenes. Representan sectores de vital
importancia para cualquier formación política. No
les impongamos arbitraria y verticalmente un esquema por eficaz
que sea de incorporación y trabajo.
Señalemos que si la juventud
implica optimismo, arrojo, generosidad, entrega, ideal y ahora,
cada vez más, análisis crítico y proposición
razonada, el PRI debe ser su espacio natural de lucha.
Presentemos a la juventud una limpia
y honorable oferta política.
Dejemos de usar el calificativo
de juvenil para descalificar toda propuesta audaz.
No existe un problema femenino.
Existe sí, una grave e intolerable situación que
afecta por igual a hombres y mujeres: los resabios discriminadores
que persisten en muchos ámbitos sociales y que nos privan
a todos, del gran potencial que representa la mitad de la nación
mexicana.
Las capacidades, talento, experiencia
de nuestras militantes sabrán encontrar nuevas formas de
integración partidaria. Las parcelas y cuotas de poder,
que en sí mismas resultan discriminatorias, deben ser superadas.
Por conveniencia, por justicia,
por convicción, por simple racionalidad actuemos de una
vez por todas, en el entendido de que la igualdad, de a deveras,
de sus militantes mujeres y hombres, y el partido potencializa
su fuerza.
El gobierno tiene la responsabilidad
de dirigir a la sociedad política en su esfuerzo nacional
para satisfacer los anhelos y las aspiraciones de todos. Los partidos
políticos constituyen la columna vertebral de este esfuerzo.
El PRI, es el partido mayoritario.
Logró y ha conservado el poder. Por ello tenemos una grave
y más seria responsabilidad frente a una sociedad cada
vez más plural.
Entiéndase bien: tenemos
un compromiso de lealtad cabal con el Jefe de la Nación
porque encabeza el proyecto revolucionario, pero no habrá
servidor público de cualquier otro nivel, que claudique,
desmaye o traicione, que no encuentre al partido enfrente.
El gobierno actúa, el partido
resiente. La irresponsabilidad de uno conlleva mayor responsabilidad
para el otro. Por ello, los priístas seremos los primeros
vigilantes del quehacer gubernamental.
El pueblo y el partido esperan de
los funcionarios una mayor responsabilidad, mayor congruencia
en sus actos, cuando como funcionarios deban enfrentar los problemas
que son de su competencia.
Un compromiso más de nuestra
organización para con la sociedad mexicana: impulsar el
régimen de partidos, como vía única para
ampliar la democracia. Atendiendo a su carácter de partido
de la mayoría, el PRI habrá de pugnar porque se
lleven a cabo las reformas legislativas que fortalezcan ese régimen.
Somos los primeros interesados en
las reformas al código electoral, para garantizar la transparencia
absoluta de los resultados de las elecciones.
Esta tarea será el inicio
de un vínculo permanente y comprometido del partido, con
sus legisladores federales y locales.
El compromiso de hoy, nuestro compromiso,
es la conformación del partido que exigen y reclaman las
mayorías populares que son la base de nuestra organización.
Nuestros sectores, nuestra organización
territorial, los millares de ciudadanos que simpatizan con el
proyecto que representamos ha manifestado una puntual demanda:
la renovación partidaria. Atenderla es la obligación
y convivencia de toda dirección que quiera, legítimamente,
serlo.
Quiero proponer a ustedes, de esta
manera muy correcta, algunas líneas de reflexión
que surgieron en el transcurso de la pasada jornada nacional de
nuestro partido: cuando México habló.
Ellas comprenden algunos aspectos
de la tarea renovadora, que someto a la consideración de
este Consejo y que propongo como punto de partida de una amplia
consulta, dentro del marco de nuestra próxima Asamblea
Ordinaria.
Convoco al priísmo nacional
a manifestarse y definir los rumbos, los tiempos y las dimensiones
de la reestructuración de nuestra organización.
Porque esto debe quedar claro, el
cambio, la transformación, la renovación partidaria
competen de manera exclusiva a nuestros cuadros y bases militantes.
Señalemos de entrada que
para nosotros modernización significa rescate del origen,
ratificación de principios, vigencia de nuestra esencia
y razón de ser. El PRI o es la vanguardia política
o su existencia histórica carece de sentido.
Pero reafirmar nuestra vocación
por la democracia y la justicia social implica en este momento
en México, la actualización de las formas de organización
y estrategias de lucha que nos son propias.
La ideología que nuestro
partido reivindica, mantiene su vigencia en la medida que encarna
los problemas, carencias y expectativas cotidianas del mexicano
de nuestros días.
La militancia del partido, sus simpatizantes,
la sociedad mexicana que se identifica con nuestro proyecto político,
nos ha demandado cambios. Estos suponen la definición de
nuestra estrategia que nos permite modificar aquello que es obstáculo
a nuestro desarrollo y a nuestro propósito de modernización.
Tenemos en consecuencia, tareas
inmediatas.
Primero. Realicemos un recuento
de nuestros militantes y hagamos una profunda campaña de
afiliación. No incurramos en cifras complacientes y partamos
de nuestra militancia real para todas las acciones. Sepamos con
certeza quiénes somos, cuántos somos y dónde
estamos. En seis meses hemos de tener el padrón priísta.
Necesitamos actuar cada vez más
para que la membresía se vuelva militancia. No queremos
priístas en la comodidad de la inercia, sino en el esfuerzo
del cambio.
Segundo. Impulsemos el paso de nuestros
militantes más capaces hacia la administración pública.
Somos un partido en el poder y debemos también ejercerlo,
en la responsabilidad administrativa.
Tercero. Reagrupemos nuestras fuerzas:
Quienes han dirigido a nuestro partido en los municipios y en
los estados; quienes lo han representado en cargos de elección
popular, local o federal; quienes han servido en la administración,
todos, tienen hoy una tarea concreta de partido que cumplir.
De manera especial involucremos
más a los trabajadores al servicio del Estado, en las tareas,
responsabilidades y decisiones del partido.
Cuarto. Fortalezcamos a los sectores,
simultáneamente con la estructura territorial. Movilicemos
todo el partido, todo el tiempo y en todos lugares. No vamos a
enfrentar a seccionales con los sectores, ni mucho menos.
Vamos a enfrentar a unos y otros,
unidos, contra la apatía, la simulación, el inmovilismo,
la antidemocracia y la oposición.
Quinto. Hagamos valer nuestra ideología.
Hacerlo es sustituir los adjetivos por los argumentos, es hacerse
entender por todos y entender lo que sucede en todas partes. Necesitamos
que los priístas conozcan mejor nuestros principios y programas;
no permitamos que por desinformación, otros nos arrebaten
lo que nos pertenece. Avancemos en el fortalecimiento de nuestra
teoría y de nuestra práctica. Los nuevos tiempos
exigen en el sentido y la concepción revolucionaria.
Preparémonos así,
para el debate en todos los terrenos y circunstancias. Más
que exhibir la irracionalidad ajena, requerimos reducir las limitaciones
propias. Es urgente renovar el discurso político para llegar
a toda la población. Que se diga lo que se piensa pero
sobre todo, que se piense lo que se dice.
Sexto. Mantengamos movilizado al
partido, en su estructura territorial, mediante un programa permanente
de comunicación política entre dirigentes y militantes;
entre los propios militantes y entre estos, y los dirigentes.
Que nuestras bases sepan con claridad qué pasa y qué
es lo que tenemos que hacer, juntos en todo momento.
Séptimo. Restablezcamos la
disciplina interna del partido. La disciplina es confianza y creencia,
es pasión y entrega, es integridad y orgullo de pertenecer
a esta organización de hombres y mujeres que actúan
de buena fe. Pongamos con la disciplina el dique a la militancia
efímera y al chantaje permanente.
Octavo. Abandonemos de una vez por
todas la utilización puramente electoral, de nuestros comités
secciónales y municipales. hagamos de ellos centros vivos
del quehacer político del municipio.
Que cada nombre represente hombres.
Que los cincuenta mil seccionales en la lista, sean cincuenta
mil seccionales en la acción. Que los 2 mil 378 municipales,
además de sus tareas electorales, se conviertan en espacios
políticos de nuestro quehacer partidario.
Noveno. Respetemos y revaloremos
los años y la carrera de partido de nuestros militantes.
Valoremos las experiencias y las posibilidades de renovación.
Militancia, arraigo, capacidad y lealtad, serán los principios
para alcanzar una candidatura en el partido.
Décimo. En esta hora, la
unidad activa es la consigna. Con la fortaleza de sus comités
estatales y la de sus sectores, con su proyecto político,
apresta a avanzar hacia la modernización y transformación.
El partido se movilizará en cada ejido, cada taller, cada
barrio, cada mercado, cada sindicato, en todos los hogares y en
la sociedad entera para mantener nuestras libertades, luchar por
la justicia y ampliar nuestra democracia.
Compañeros:
Cuando este acto termine de algo
quiero que estén seguros: no voy a desperdiciar esta oportunidad
excepcional de servir al partido, al que consciente y voluntariamente
decidí afiliarme desde los tiempos de la emoción
juvenil.
Son muchas las cualidades que al
dirigente de nuestro partido deben distinguir. A cambio de todas
aquellas de que carezca, ofrezco redoblar lo que sí depende
de mi propia voluntad: honorabilidad en el quehacer político,
intransigencia en la guarda de los principios, respeto en la relación
con todo compañero y, sobre todo, lealtad inquebrantable
a quien el pueblo eligió para hacerlo mandatario de su
voluntad soberana: lealtad a Carlos Salinas de Gortari.
Y abrevo en nuestra historia. Respeto
y reconozco a los hombres que han ido construyendo este partido
con esfuerzos, con inteligencia, con tenacidad.
Nos proponemos ejercer una dirigencia
activa del partido. No será necesario que los priístas
de cualquier rumbo del país viajen a esta ciudad ni se
adentren a este edificio para platicar y discutir, con su dirigencia.
En la asamblea ejidal, en la reunión
del sindicato, en la junta de colonos, en el campo deportivo,
en el mitin electoral, o en el reclamo ecológico, en el
foro profesional o la academia, la dirigencia del PRI habrá
de estar presente.
Para el debate ideológico
no tenemos más limitante que el respeto a la opinión
ajena, también respetuosamente formulada y, por supuesto,
la honradez y altitud de miras en que se sustenta la discrepancia.
Un dirigente político tiene
la obligación de ser un hombre singularmente informado.
Conocer las opciones que existan para cada cuestión y tener
los elementos suficientes para elaborar juicios y formular estrategias,
pero ni toda la sabiduría acumulada legitima a un dirigente
como el diálogo con sus representados y el acatamiento
de sus instrucciones.
Este será el signo bajo el
que se ejerza la distinción partidaria: durante el encargo
las bases militantes acotarán los rumbos, los tiempos y
las distancias.
Compañeros del partido:
Personalmente formo parte de una
generación de mexicanos a quienes el esfuerzo colectivo
y los deseos de superación de la comunidad en su conjunto,
brindó una posibilidad de educación, que ante las
carencias y rezagos que aún padecen grandes mayorías,
resulta un privilegio. Esta es precisamente la medida de nuestro
compromiso y responsabilidad social:
Personalmente formo parte de una
generación ubicada en la tendencia que sostiene la noción
de Patria como transformación social, política,
económica y cultural del pueblo. Transformación
legítima y continua.
Entiendo a México como el
sitio específico de realización de nuestras mejores
ideas, el desempeño de nuestras más generosas actitudes.
Hemos elegido una manera de ejercer esta idea de Patria: se llama
Revolución Mexicana.
Estoy convencido que este es el
vértice de nuestro encuentro.
Muchas gracias.